¿A quién le gusta contemplar cómo alguien se aprovecha de nuestros esfuerzos? ¿Cuántas veces hemos sentido que alguien que no éramos nosotros se llevaba el mérito o el beneficio de nuestro trabajo? Estamos convencidos de que todos coincidiríamos en las respuestas, así que nos gustaría enfocar este tema desde una perspectiva diferente como suele ser habitual.
La verdad es que, si no ponemos nuestro empeño en recoger los frutos de nuestro trabajo corremos el riesgo, no sólo de asumir el coste de oportunidad de no hacerlo del que hablábamos en un post reciente, sino también el coste de que alguien “más espabilado” se adelante y recoja los frutos de nuestra cosecha.
Imagina un grupo de Whatsapp de esos que están tan de moda en el que un grupo de amig@s intercambiáis ideas, cotilleos, inquietudes y muchas otras cosas más...
De vez en cuando haces partícipe al grupo de que determinada idea de negocio te parece muy interesante y que te da mucha pena no tener ni tiempo ni ganas para desarrollarla. Y un día, alguien del grupo te pregunta en un mensaje privado si estás convencido de que no pondrás en marcha esa iniciativa. Y, claro está, tú le dices que no, que ya te gustaría tener tiempo y ganas, pero no.
Finalmente, dos meses después todo el grupo recibe una invitación para asistir a la inauguración de un nuevo negocio, el “tuyo”. Consideraciones morales aparte, ¿qué pensaríamos si el negocio prosperase y fuese una fuente de ingresos más que interesante?
La realidad, y la conozco de primera mano porque fui yo el que tuvo la idea y no la emprendió, es que somos responsables de todo aquello que podemos hacer y no hacemos. Quien venga, se adelante y se aproveche, en su derecho está. Y creedme, es más productivo entender como una obligación el aprovechar las oportunidades.
Y nuestro entorno está repleto de casos así, en el que normalmente se aprovechan grandes actores/operadores que fagocitan los beneficios del esfuerzo ajeno. Compañías eléctricas, petroleras, bancos, aseguradoras… en todos los casos se “aprovechan” de nuestra toma de decisiones o de la ausencia de ella.
Y para profundizar en un ejemplo, hablaremos de Amazon y su poder de “absorción de beneficios”. Y lo haremos desde el punto de vista de un Colegio que, con su operativa habitual, genera necesidades a todos los alumnos de material educativo, libros, material escolar, uniformes, complementos para actividades extraescolares, etc… Y en la mayoría de los casos, ni atiende esas necesidades que crea, ni busca sinergias con quien lo haga.
La consecuencia es demoledora. Las familias de los alumnos optan por, siempre que sea posible, adquirir todos esos materiales en plataformas que les envían a casa lo comprado, que les fraccionan los pagos si la cantidad resultante es alta, que les dan facilidades de devolución o reembolso y a la que pueden acceder las 24 horas del día aprovechando el momento que mejor les convenga. O lo que es lo mismo, Amazon (o similar) recoge los beneficios generados por el Colegio. Triste pero real.
Pero por suerte están surgiendo herramientas para que todos aquellos que vivimos esta situación podamos disfrutar de los frutos de nuestro esfuerzo. Un ejemplo claro de ello es la creación de KEYSCHOOL, que permite a los Colegios, a través del diseño e implantación de un ecommerce completo y adaptado, no sólo no perder ni una sola venta del material antes mencionado, sino también poner en marcha iniciativas para las familias que hasta ahora ni siquiera se había planteado. De un plumazo incrementamos ingresos, beneficios y mejoramos la percepción de las familias.
Sea cual sea el sector, han surgido y surgirán herramientas que nos ayudarán, al igual que KEYSCHOOL, a poder decir con voz potente: “Devuélveme lo que es mío!!!”. Sólo hay que ponerse manos a la obra.
Como siempre, esperamos que este artículo os haya resultado interesante y que os sirva de ayuda.
Feliz semana!
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